Después de muchos años de estado general de reflujo de las masas obreras y campesinas, el presente viene marcando el inicio de un nuevo ascenso del movimiento popular. Cada vez más sectores sociales van concurriendo en este movimiento; dándose la particularidad de que muchos de ellos se manifiestan en protestas regionales. Esto, debido al desarrollo desigual que tiene el capitalismo en nuestro país. Pero, en el fondo de la escena, siempre está presente la tenebrosa cadena de los intereses imperialistas sobre el Perú.
Desde las cumbres de Majaz hasta la pampa del Alto de la Alianza, desde la permanentemente violentada amazonía hasta los valles costeños destinados al comercio extranjero, desde los esclavistas lavaderos de oro de Madre de Dios pasando por todo el territorio trasandino que recorre el gas de Camisea, etc., etc., siempre tenemos presente, de manera dominante, el poder del capital imperialista. Es por ello que nuestra primera y principal tarea consiste en derrotar y desterrar al poder imperialista. Los comunistas y los demócratas revolucionarios enarbolamos juntos esta gran bandera de liberación.
Claro está, los comunistas, llegado el momento, seguirán su rumbo hacia la transformación radical de toda la sociedad; hacia las cimas del socialismo y del comunismo.
El presente espacio se integra a la trayectoria y a la perspectiva señalada. Lo hacemos con las limitaciones propias de la gran dispersión a la que han llevado al comunismo en el Perú, pero con la voluntad de realizar de la mejor manera la labor permanente y principal que debe cumplir todo comunista: la actividad política.
Este blog ocupará, pues, una parte definida en la lucha social. Por lo mismo, no será ajeno al debate teórico. Sólo el deslinde ideológico y político conducirá a la sólida unidad de los comunistas peruanos. Deslinde que nos prevenga de los errores del pasado y que nos agrupe, con cada vez mayor fuerza, en el proceso por derrotar al capitalismo, al imperialismo y al revisionismo.
Camaradas, que cada uno de nosotros, desde su trinchera, prepare y perfile sus armas de lucha política y teórica. Abramos espacios, produzcamos, publiquemos, organicemos, concurramos al gran movimiento obrero y popular que se levanta. En una palabra: dirijamos… Así como al correr muchos torrentes pequeños se juntan y forman un gran río, que fecundan al mar, de una manera dinámica forjemos la unidad de los comunistas peruanos.
He aquí un pequeño torrente que, contigo, quiere llegar a integrarse a ese caudaloso y poderoso río, que, con el vertiginoso poder del océano obrero y popular, aniquilará al mundo del capital, para que emerja la nueva sociedad comunista.
¡Abisa a todos compañeros…!
Arturo Chávez Panta
Lima, 20 de octubre de 2007.
arturo_chavez_peru@yahoo.esarturo_chavez_peru@hotmail.comARTICULOS RELACIONADOS:
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UN FANTASMA RECORRE EL MUNDO (15/08/07)HISTÓRICO PARO DEL TRANSPORTE
El 15 de Enero de 2007 se ha realizado con éxito el Paro de Transportistas de Lima y Callao. Prácticamente la metrópoli quedó paralizada. Más del 90% de los transportistas acató un paro no convocado por la FECHOP ni por la ASETUP, sino por el SINDICATO ÚNICO DE CHOFERES Y COBRADORES. La antigua Federación de Choferes del Perú quedó desnaturalizada al someterse a un régimen de vida empresarial. Resurge el espíritu sindical en el transporte, a partir de su fuerza laboral más activa: la de los choferes "palanca" y los cobradores; es decir, precisamente, la fuerza de trabajo que no es propietaria de las unidades de transporte.
Otrora, en el Perú, las jornadas de lucha más vigorosas se lograban por la confluencia de las paralizaciones y movilizaciones barriales, sindicales y del transporte. El exitoso paro del 15 de enero representa una clarinada que anuncia los albores de una nueva época del movimiento popular. Aún espontáneo y con lastres, es cierto; pero vívido en su expresión.
En la práctica, el paro no ha sido meramente reivindicativo; ha tenido una franca perspectiva política de descontento contra el gobierno. Descontento que día a día se va haciendo más latente en el movimiento obrero y popular; y que seguramente no tardará en explayarse.
Arturo Chávez
16/01/07.
VIVA LA MOVILIZACION POPULAR DEL 11 DE JULIO DE 2007
Después de muchos años de reflujo, el movimiento popular en el Perú va logrando consistencia y ganando envergadura. La oscura y cruenta represión con la que fue enfrentado en las décadas del 80 y 90 va cediendo paso ante el levantamiento, lento pero sostenido, de las fuerzas populares.
No se trata de un movimiento parcial ni proclive de ser utilizado por algún sector de las clases dominantes. Se trata de un movimiento que muestra la generalización del levantamiento popular en todas las regiones del país. Es un movimiento que surge sobre la base de las reivindicaciones materiales más inmediatas y más sentidas de los diversos sectores populares. Este fundamento es lo que consagra su independencia de las clases dominantes, y acrecienta la fuerza en las luchas venideras.
El 11 de julio del 2007 el pueblo peruano marcará un nuevo peldaño en el ascenso de sus luchas. ¡Seamos partícipes decididos de esta gloriosa gesta! La represión aprista no podrá contener al nuevo embate popular.
Arturo Chávez
Lima, 10 de julio de 2007.
19 DE JULIO DE 1977
Se cumplen 30 años de la más grandiosa y contundente manifestación del pueblo peruano contra la tiranía que gobernaba. El Paro Nacional del 19 de Julio de 1977 tuvo como principal protagonista a la clase obrera.
Desde que se iniciara el siglo XX, la clase obrera peruana, prácticamente en un estado naciente, dio muestras de su calidad revolucionaria y de su potencia combativa, conquistando la jornada de las 8 horas y luchando por el abaratamiento de las subsistencias. Al influjo del movimiento internacional que generó la victoria de la Revolución Bolchevique, fundó su glorioso Partido, con el que encaró la crisis imperialista de los años ‘30, así como combatió al APRA, que pretendía, como siempre, desviar a los obreros y al pueblo de sus reales perspectivas.
La reacción buscó, desde un inicio, descabezar a la clase obrera. Enfrentó con decisión y ensañamiento al Partido Comunista, al punto que el sucesor de José Carlos Mariategui en la dirección, Eudocio Ravines, terminó siendo un vil agente de la Central de Inteligencia Americana. A pesar de todo, la militancia comunista de base, y la masa obrera, persistieron en su camino.
La dirección del Partido fue luego tomada por los revisionistas pro soviéticos. Pero el nuevo ímpetu de liberación que generaron las Revoluciones en China y en Cuba (países, por sus condiciones, tan cercanos a nuestra realidad) alentó también el ascenso en las luchas obreras y populares en el Perú. Los campesinos comienzan a insurgir prácticamente por toda Latinoamérica, manifestándose también en el Perú. El imperialismo ve que el primer gobierno de Fernando Belaunde Terry es incapaz de contener todo ese movimiento; pero tampoco puede eliminarlo de un plumazo, busca encauzarlo para que se dirija hacia otro rumbo. Instaura la dictadura de Juan Velasco Alvarado; que, para engatusar a las masas populares, se dice “anti imperialista”, pero para diferenciarse del comunismo se dice “socialista”. El “socialismo peruano” tras el cual se va el revisionismo pro soviético y la intelectualidad reformista de aquellos tiempos (algo así como el seguimiento ciego que hoy hacen del “socialismo del siglo XXI” de Hugo Chávez, emulo declarado de Velasco).
Mientras tanto, el Partido dirigente de los obreros peruanos sufre fuertes contradicciones internas. A la expulsión de los revisionistas pro soviéticos (que forman el “PCP” Unidad), sobreviene la separación de un importante sector de la militancia juvenil y docente (que forman luego el “PC del P” Patria Roja), y ulteriormente se fraccionan los grupos “PCP” Bandera Roja y “PC del P” Por el Sendero Luminoso de José Carlos Mariategui. Prácticamente el Partido queda liquidado. Se deslindó del revisionismo soviético pero no alcanzó a definirse con propiedad en una real naturaleza y composición comunista. Indeterminada cantidad de revolucionarios no estuvo de acuerdo con ninguno de los “Partidos” aparecidos, y formaron nuevas organizaciones revolucionarias, para enfrentar a la reacción.
La dictadura militar no podía contener por siempre a un movimiento independentista de los trabajadores. Aprovechando una huelga policial, el 5 de Febrero de 1975, el pueblo de Lima tomó las calles, saqueó negocios comerciales y realizó acciones contra entidades estatales. Había sonado el gran campanazo de una nueva etapa de ascenso en las luchas populares. Por esas cosas de la historia, para el movimiento que hoy vivimos, también el primer campanazo ha sonado en los primeros días del año (ver Anexo).
El “socialismo peruano” había fracasado. La reacción ya no podía andar con ambages. Tenía que enfrentar directamente a un pueblo que se levantaba. Y sucede en el mando de la dictadura militar el general Francisco Morales Bermúdez; el mismo a quien los “demócratas” del presente le rinden tributo, por haber dado pie a “la restauración del la democracia”.
La segunda mitad de la década de los ‘70 revela nuevas formas y nuevas potencialidades en la lucha popular.
El “PCP” Unidad, aprovechándose de la cobertura partidaria que tuvo, había mantenido el control de la Confederación General de Trabajadores del Perú. En primera instancia, trataba de contener la fuerza del movimiento obrero, para “mantener” las “reformas” velasquistas. Y, en segundo lugar, trataba de utilizar dicha fuerza para negociar con el nuevo gobernante, para no perder el espacio político y social que había alcanzado. Mientras los proletarios seguían luchando.
La clase obrera ve nacer en su seno una nueva generación de dirigentes sindicales, que ven que la dirección de su Central va por mal camino, y que el “Partido” que la dirige no es revolucionario. El impulso del movimiento hace que estos nuevos dirigentes se enfrenten a la dirección de la CGTP, que no quiere avanzar con las luchas populares.
Nuevos dirigentes, marcados por dicho nuevo espíritu, surgen también en otros sectores de trabajadores.
Los dirigentes sindicales de aquel tiempo ven que ninguno de los “Partidos Comunistas” se correlaciona verdaderamente con los intereses de la clase obrera, y asumen una forma propia de desarrollo. Estudian y debaten no solo sobre política, derecho y economía, sino también sobre filosofía y ciencias. En las Asambleas Generales de los sindicalistas muchas veces declaran que no existe el verdadero Partido Comunista dirigente, y plantean la necesidad de crearlo (“reconstituirlo”, “reconstruirlo”, etc.).
En este periodo, el arma principal que se levanta para enfrentar al gobierno es la realización de Paros Nacionales. La dirigencia revisionista de la CGTP (así como ahora) se opone cuanto puede a estos. El crecimiento de la fuerza del movimiento sindical termina por subordinar a esa dirigencia, creando una organización nueva y superior: el Comando Unitario de Lucha. Este Comando es el que acuerda y dirige varios Paros Nacionales, que logran su cúspide en el glorioso Paro Nacional del 19 de Julio de 1977, y que mantiene una iniciativa de lucha hasta los primeros meses de 1978.
En este victorioso periodo histórico no solo se movilizó la clase obrera. Los provincianos que llegaron a la capital tomaron Lima, y la hicieron históricamente suya. En todos los barrios populares surgían masivas movilizaciones. Las calles hervían ante el calor de la protesta. Las pistas de todos los conos populares eran bloqueadas desde la madrugada, y en cualquier momento se irrumpía en ellas, para dejar las huellas de energía incendiaria. La represión no podía abastecerse ante tal envergadura; y no pocas veces fueron perseguidos y capturados por el mismo pueblo en combate. Zanjas en las calles de Asentamientos Humanos hacían morder el polvo de la derrota a las unidades “rompe manifestaciones” de la policía. El clamor de la lucha era general. También en las provincias se desarrollaron diversas formas de lucha, que la historia ha de reconocer y rescatar.
Fue este grandioso movimiento general el que obligó a la dictadura militar a salir del gobierno, dando paso a la instauración de un régimen constitucional, vía el Congreso Constituyente Democrático, y el retorno a las formas democráticas de gobierno. Pero la reacción jugo también su carta final contra el movimiento que la liquidaba. Se dio cuenta que no había un Partido revolucionario que la dirigiera, pero si dirigentes sindicales preclaros. Los despidió en masa, buscando descabezar, una vez más, al insurgente movimiento obrero y popular. Miles de dirigentes fueron puestos en la calle. Al pueblo se le puso como principal foco de atención garantizar la tranquila “transición” a la nueva Republica democrática. Y a esto se sumó una nueva crisis en el movimiento comunista internacional, con la Polémica entre el Partido Comunista de China y el Partido del Trabajo de Albania. El movimiento obrero y popular entro en reflujo en 1979.
Hoy estamos viviendo el inicio de un nuevo ascenso de las luchas populares. Siendo así, la etapa se presenta con un pueblo de energía colosal, al punto que las jornadas del 11 y 12 de Julio del presente han sido comparadas con la del 19 de Julio de 1977. Nuevamente la clase obrera es participe decidido en este proceso. Le cabe el honor a los obreros mineros, y en particular a los Casapalca, llevar las banderas de vanguardia en esta lucha. La Jornada de Protesta del 11 de Julio se vio vigorosamente complementada con el Paro Agrario del 11 y 12 de Julio. Pero el movimiento se prolongo más allá. Casi todas las regiones del país ya se han levantado. Y profesionales democráticos (como los docentes de escuelas y los de Universidades) también hacen sentir, desde ya, la grandeza de sus fuerzas.
Aunque las reivindicaciones son básicas, estamos en el inicio de un periodo de lucha en donde el pueblo manifiesta una energía y una generalización notables. Se sigue adoleciendo de la presencia directriz de un auténtico Partido Comunista. Pero no hay duda que hoy como ayer surgirán nuevos “bolcheviques sin partido”, que apuntarán hacia la perspectiva de su perentoria unidad. En este punto la reacción aprista tiene una ventaja, que le podría favorecer en su objetivo final de eliminar, aplastar, al nuevo movimiento obrero y popular.
En estas difíciles circunstancias, lo mínimo que debemos lograr los revolucionarios es desarrollar la capacidad del marxismo leninismo en el Perú; y, ante todo y sobre todo, ante todas las eventualidades que podrían sobrevenir, mantener y desarrollar la unidad de la clase obrera; tal y como lo planteaban los fundadores del comunismo:
“Los obreros arrancan algún triunfo que otro, pero transitorio siempre. El verdadero objetivo de estas luchas no es conseguir un resultado inmediato, sino ir extendiendo y consolidando la unión obrera. Coadyuvan a ello los medios cada vez más fáciles de comunicación, creados por la gran industria y que sirven para poner en contacto a los obreros de las diversas regiones y localidades. Gracias a este contacto, las múltiples acciones locales, que en todas partes presentan idéntico carácter, se convierten en un movimiento nacional, en una lucha de clases. Y toda lucha de clases es una acción política.” (Manifiesto del Partido Comunista)
Los revolucionarios y los obreros peruanos no podemos caer en el ostracismo. Las condiciones económicas, sociales, culturales y tecnológicas del presente han de permitir que nos mantengamos y nos desarrollemos sobre superiores bases. Esta es una de las enseñanzas que debemos rescatar del glorioso Paro Nacional del 19 de julio de 1977.
Arturo Chávez
19 de Julio de 2007.
UN FANTASMA RECORRE EL MUNDO…
… El fantasma del comunismo…
A partir de la caída del Muro del Berlín, el imperialismo y el capitalismo declararon la muerte oficial del comunismo. Pero cada vez que resurge el movimiento obrero y popular, en el lugar del planeta que sea, nuevamente los dominantes ven reaparecer al espectro que les dará muerte.
Con el Manifiesto del Partido Comunista, Marx y Engels fundaron, de un modo programático, el socialismo científico en el mundo. Es decir, contando a Marx, Engels y a los miembros de la Liga Comunista, que solicitaron la redacción de tal Manifiesto, prácticamente estamos hablando de una ínfima cantidad de militantes comunistas en la Europa del siglo XIX. Y, sin embargo, conciente de la presencia y del papel de su sepulturero, el capitalismo no podía dejar de verlo en todo brote de descontento que desestabilizara su sistema; aunque no estuvieran allí dirigiendo los marxistas.
Hasta hace poco, en el Perú, las clases dominantes ninguneaban al comunismo. Pero se levantó la primera gran ola del nuevo ascenso del movimiento obrero y popular, y otra vez las clases dominantes se asustan, se llenan de espanto. Y, aunque la primera gran ola ha terminado de caer, horrorizados proclaman que todo nuevo brote de descontento termina en el fracaso:
“El comunismo ha fracasado en su intento de promover el desorden y el caos.” (Alan García, 14-08-07)
El obrero no ve que en el Parlamento se mueva un dedo por subir el salario mínimo vital: tiene que salir a las calles, movilizarse, protestar, enfrentarse a la fuerza de represión del Estado… El campesino no ve que el gobierno mueva un dedo por detener el alza exorbitante de sus principales insumos para producir: tiene que salir a las carreteras, bloquear los caminos y enfrentarse a las fuerzas de represión del Estado… La pequeña burguesía de las ciudades ve que todo “Pacto” o “Acuerdo” no hace más que burlar constantemente sus reclamos y aspiraciones: tiene que organizar paralizaciones, salir en marchas y enfrentarse a las fuerzas de represión del Estado…
Y todo esto, para los gobernantes, es “desorden y caos”… ¿Promovido por el comunismo? No… Las propias clases dominantes levantan a sus sepultureros. Y el más peligroso, decidido y radical, entre todos ellos es, sin duda, “el fantasma del comunismo…”.
No se trata, pues, que los comunistas seamos los dirigentes del actual movimiento obrero y popular. Es a este movimiento, y al derrotero final hacia el que apunta, al que tiene miedo la clase dominante.
En el Perú, el Partido Comunista fue “dinamitado” por la reacción; al punto que pululan indeterminada cantidad de organizaciones “comunistas”, “socialistas”, “revolucionarias”, “marxistas-leninistas-maoistas”, “mariateguistas”, “guevaristas”, etc., etc.
Con seguridad, en el Perú, los discípulos de Marx y Lenin no pasan de ser un puñado de decenas de militantes: dispersos, formándose y apuntalando a las luchas obreras y populares. Pero son concientes de su gran tarea inmediata: forjar la unidad combativa de la clase obrera, y la unidad programática de los comunistas peruanos.
Por todos los medios, las clases dominantes tratarán de impedir esto. La vanguardia del proletariado peruano debe cumplir con su ineludible misión histórica. Y, así, el espectro temido creará una nueva realidad.
Arturo Chávez
Lima, 15 de Agosto de 2007.